La población
española paso a lo largo del siglo XIX de 10.5 millones a 18.5 millones lo que
supone un aumento de algo más del 75% en parte gracias a la desaparición de
alguna epidemias y la mejora de la dieta. Aunque esta cifra fue inferior al
resto de países europeos debido a la alta mortalidad a pesar de que tenían también
una elevada natalidad. En España la esperanza de vida era bastante inferior al
resto unos 35 años frente a 45 años que tenían
países como Francia, Gran Bretaña o Suecia.
Esta alta mortalidad se mantenía puesto que todavía quedaban las principales
epidemias que cobraron numerosas muertes como el cólera, la tuberculosis o la fiebre amarilla. Añadir
que en el caso de haber una mala cosecha los campesinos sufrirían escasez de
alimentos que les llevaría el hambre y la malnutrición, por lo que estos vivían
condicionados de los resultados de sus cosechas. A lo largo de este siglo siguió
la tendencia de aumentar el peso demográfico en la periferia.
A causa de la modesta transformación
industrial y el atraso agrario la población estuvo obligada a quedarse en el
campo y a producir alimentos para el autoconsumo, es decir, el proceso de urbanización
que sufrió España fue muy limitado. 1860 fue el punto de inflexión en el que empezó
a haber un lento crecimiento de la población urbana. En España a diferencia de
otros países en los movimientos migratorios se debieron más a factores de
rechazo originados en el ámbito rural en vez de responder a la demanda de trabajadores
en las ciudades. El aumento de población
en la ciudad correspondió con un aumento de tamaño por lo que se destruyeron
las murallas, se programaron las ampliaciones con los ensanches, y se
construyeron edificios más altos y viviendas distribuidas según la categoría. A
pesar de este comienzo de aumento de población urbana a principios del Siglo XX
todavía estarían el 70% en focos de menos de 20000 habitantes.
A su vez el gran número de
personas en el mercado laboral, la baja cualificación y la escasez de
transformaciones en la agricultura desencadenaron en mucha gente la decisión de
emigrar a América, en su mayoría. Los
focos de emigración fueron Galicia, Asturias y Cantabria debido a la escasez de
tierras y puestos de trabajo. Hasta 1860 fueron 200.000 quienes emigraron fuera
hacia Latinoamérica. Cabe destacar que entre 1853 y 1882 llegaron a América
325.000 gallegos es decir, un 60% de los emigrantes españoles. A principio del
siglo XX hubo un breve retroceso debido a la primera Guerra Mundial.
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