La legislación económica del bienio progresista
viene marcada por varias líneas de acción la primera de ellas es la continuación
de la desamortización del suelo en este caso con la Ley Desamortizadora de
Madoz en 1855 que afecto a los terrenos eclesiásticos y a los ayuntamientos principalmente.
La finalidad de esta desamortización al igual que el resto era conseguir
recursos para la Hacienda e impulsar la innovación y el progreso de la
agricultura ya que era una importante actividad económica del país.
Otra medida muy importante del bienio es la Ley
General de Ferrocarriles de 1855. Su construcción se dividió en tres fases que
fueron de 1855 hasta después de 1873. Esta ley regulaba la construcción de las líneas
del ferrocarril y ofrecía grandes ayudas a las empresas que intervinieran en ella
por lo que se garantizaba la rentabilidad de todo el capital invertido. Además,
la estructura radial de la red con centro en Madrid lleva a que los centros
productores y de consumo no estén convenientemente unidos. Como última característica
remarcar que se autorizo a importar
libres de aranceles aduaneros todos los materiales para la construcción de
este, por lo que la mayoría de compañías eran extranjeras.
Por último, se llevaron a cabo varias reformas
financieras como la Ley de Bancos y Sociedades de Crédito que fue considerado el punto de partida de la
modernización del sistema bancario. Tambien remarcar entre las medidas del
bienio progresista la creación del Banco de España que obtuvo años más tarde la
concesión para emisión de billetes y la Ley de Banca que permitió que el
Gobierno pudiera controlar los bancos y regular el derecho de emisión de la
moneda.
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