Las bases legales:
En 1830, Fernando VII tiene una hija, Isabel, que parecía garantizar la continuidad de los borbones en el trono. Pero surgió una complicación, Felipe V había implantado en España la Ley Sálica que no permitía el acceso al trono a las mujeres. Fernando VII se vio influenciado por su mujer Mª Cristina para derogar la ley mediante la Pragmática Sanción por el cual vuelven al código de la Siete Partidas.
Oposición carlista:
El desplazamiento que una hija del nuevo matrimonio de Fernando habría supuesto en la línea de sucesión causó un cierto temor entre sectores absolutistas, llamados realistas, que hasta entonces habían cifrado sus esperanzas en el infante Carlos Maria Isidro. Para los moderados, y también para los liberales, el posible nuevo matrimonio del rey planteaba una nueva situación esperanzadora.La parte más conservadora, denominada los carlistas, negó la nueva situación. La elegida fue Maria Cristina que era joven y descendía de una familia noble.
El 14 de septiembre de 1832, presionaron al monarca, cuando este estaba enfermo, para que pusiera la Ley Sálica de nuevo, la cual, primero Felipe V había establecido mediante el Nuevo Reglamento para la Sucesión. Esto beneficiaría como candidato a su hermano Carlos Maria Isidro.
Entre la sucesión de su hija o evitar una guerra civil, María Cristina eligió la segunda posibilidad, para lo que se preparó un decreto que debía permanecer en secreto hasta la muerte de Fernando VII, derogando la reciente Pragmática Sanción. Lo que decidió el cambio de actitud en la reina fue el regreso de su hermana la infanta Luisa Carlota, que se había enterado del decreto secreto . Una vez que el rey se restableció y contó con una fuerza militar cambio a todo el Gobierno por uno nuevo presidido por el embajador de España en Londres, Francisco Cea Bermúdez. Carlos Maria Isidro perdió con este gabinete la posibilidad de acceder directamente al trono español.
El nuevo gabinete ministerial se planteó dos objetivos fundamentales: hacerse con el poder a todos los niveles y resolver el problema planteado con la firma del decreto derogatorio de la Pragmática Sanción.
El primer objetivo se logró sustituyendo, cuidadosa y paulatinamente, a todos los mandos militares. Para proporcionar a la reina la fuerza que necesitaba en el caso de que los seguidores del infante intentaran actuar, María Cristina concedió una amnistía la cual supone de hecho un pacto entre María Cristina y el liberalismo ademas de también tuvo que acceder al fin del absolutismo y del Antiguo Régimen.
El carlismo presentaba una ideología tradicionalista y antiliberal que recogía la herencia de monumentos similares anteriores. Estos defienden el modelo Antiguo Régimen, la monarquía absoluta, la creencia de la Iglesia y la conservación de un sistema foral particularista. Por lo que contaban con el apoyo de gran parte del clero y de la pequeña nobleza agraria, además de una amplia base social campesina. Los carlistas consideraban a la Iglesia la defensora de la sociedad tradicionalista y planteaban una oposición radical a las reformas liberales propuestas por los isabelinos, que contaban con el apoyo de la alta nobleza y de los funcionarios, así como de un pequeño sector de la jerarquía eclesiástica.
Los trabajadores de las ciudades, parte de la alta jerarquía eclesiástica y de la alta nobleza, se mantuvieron fieles a la reina Isabel II, al igual que la mayor parte del ejército.